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Durante la liturgia de la Vigilia Pascual, la sola llama del cirio pascual brilla en la oscuridad. Esa pequeña llama se propaga a medida que se enciende la vela de cada persona y la luz de Cristo se comparte con los demás. En unos minutos, toda la Iglesia está ardiendo con el cálido resplandor de la luz de las velas y la oscuridad ha sido vencida.

Cada uno de nosotros está llamado por Dios a ser esa luz de Cristo que penetra las tinieblas. Estamos llamados a ser sus discípulos, continuamente transformados por nuestro encuentro con él y compartiendo su misión. Jesús vino para que tengamos vida.

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Parte del ímpetu para el Avivamiento Eucarístico fue la preocupación de que algunos católicos no creen, o al menos no entienden, que Jesús está realmente presente en la Eucaristía. Aunque nuestros sentidos perciben el pan y el vino, la Eucaristía es Jesús: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Del mismo modo, muchas personas no se dan cuenta ni reconocen la santidad de la vida humana cuando está encubierta en el vientre. Ambos casos nos exigen que ayudemos a otros a reconocer estos dones sagrados que nuestros sentidos podrían no percibir. Necesitamos ayudar a los demás a entender que el hecho de que algo no sea evidente a los ojos no significa que no esté ahí o que no sea importante.

Vivimos en una sociedad que rechaza a los débiles, frágiles o vulnerables. Sin embargo, es precisamente dentro de estas condiciones que una persona está más necesitada de nuestro cuidado y protección. El papa Francisco nos recuerda que "cada niño no nacido, pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, tiene el rostro del Señor, que antes aún de nacer, y después recién nacido, experimentó el rechazo del mundo". [1]

Los obispos de los Estados Unidos han afirmado que, si bien es importante abordar todas las formas en que la vida humana está amenazada, "el aborto sigue siendo nuestra máxima prioridad porque ataca directamente a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables y sin voz y destruye más de un millón de vidas al año solo en nuestro país". [2]

Así escribió san Juan Pablo II, "estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la 'cultura de la muerte' y la 'cultura de la vida'. … Todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida."[3]

Frente a desafíos como el aborto y el suicidio asistido por un médico, podemos sentir que no estamos a la altura de la tarea de superar la oscuridad. Sin embargo, no estamos solos. Jesús nos dice: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.” (Mateo 28,20)

El Dios que se hizo hombre para salvarnos todavía habita entre nosotros. Porque Cristo es “La luz [que] brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron” (Juan 1,5). Él es el que venció la muerte y nos eleva continuamente a una nueva vida. Él permanece siempre cerca de nosotros, buscándonos en cada momento de nuestra vida.

Jesús dio su propia carne para darnos el don de la vida eterna y nos invita a la experiencia más profunda de este don en nuestra celebración de la Eucaristía. Cuando nos encontramos con Jesús en la Eucaristía, este encuentro tiene el poder de cambiarnos. La Eucaristía tiene el poder de transformar lo más profundo de nuestro corazón y el corazón de nuestra cultura. Unidos al poder de su presencia eucarística, trabajemos para asegurar que cada persona tenga vida, y la tenga en abundancia.

[1] Papa Francisco, “Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la reunión organizada por la Federación Internacional de Asociaciones Médicas”, 20 de septiembre de 2013. (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2013).
[2] Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles: Llamado de los obispos católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política con Nota introductoria, pág. 8. (Washington, D.C.: United States Conference of Catholic Bishops, 2024).
[3] Papa Juan Pablo II, Evangelium vitae, (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1995), 28.

Los extractos bíblicos en este artículo han sido tomados de La Biblia: El Libro del Pueblo de Dios © 2009 Editorial Verbo Divino. Se usa con permiso del dueño de los derechos. Extractos de Evangelium vitae (El Evangelio de la vida), © 1995 y “Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la reunión organizada por la Federación Internacional de Asociaciones Médicas” © 2013 Libreria Editrice Vaticana. Se utiliza con permiso. Se reservan todos los derechos. Copyright © 2024, United States Conference of Catholic Bishops, Washington, D.C. Se reservan todos los derechos.

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