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RELATO
DE UNA 
ADOPCIÓN DE AMOR 

 

Nota editorial: Aunque algunas veces los medios las retraten de manera negativa, la mayoría de las experiencias de adopción son hermosos relatos de amor, como el que comparte Jenny* a continuación.

Mi esposo Bill y yo hemos estado casados durante seis años. Tener hijos y criar una familia ha sido siempre nuestra expectativa. Para el momento en que nos casamos, la mayoría de nuestros hermanos y amigos ya habían tenido hijos, y estábamos entusiasmados y listos para ser padres.

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Pronto nos enteramos, sin embargo, de que tener hijos propios podría no ser tan fácil.

Hicimos viajes a diversas ciudades para ser tratados por médicos maravillosos que han ayudado a concebir a muchas parejas, pero todo lo que intentamos tuvo poco éxito. Por momentos nos sentimos desesperados. Las palabras no pueden siquiera explicar esta experiencia de pérdida.

Afortunadamente, nuestro matrimonio se hizo más fuerte porque estuvimos allí el uno para el otro y seguimos confiando en Dios. Esto no siempre fue fácil, pero ayudó que Bill tuviera un gran sentido del humor y pudimos reír de algunas situaciones y conversaciones locas que vienen con la infertilidad.

Ya que sabíamos que nuestras oportunidades de quedar embarazados eran pocas, no pasó mucho hasta que comenzamos a hablar de la posibilidad de adopción. Sin embargo, no fue una decisión fácil, y me pregunté si mi corazón era lo suficientemente grande como para amar a un niño adoptado del mismo modo que amaría a mi hijo biológico. Había también tantas otras variables que considerar, una de las cuales fue el costo, y ya habíamos gastado tanto dinero en tratamientos de infertilidad. Sentimos que no teníamos control, pero Dios nos recordó otra vez que Él siempre está en control y que podíamos confiar en Él.

Por lo que, gracias al discernimiento que viene de la oración, decidimos comenzar el proceso de adoptar a un niño de Etiopía. Sin embargo, después de que tomó casi un año quedar en la lista de espera, el programa de adopción fue frenado por razones desconocidas para nosotros.

Estábamos tan frustrados que comenzamos a sentir que quizás no debíamos tener hijos. Luego escuchamos de amigos que habían adoptado a un bebé recién nacido en este país después de solo unos pocos meses. Con este nuevo aliento, decidimos adoptar en el país, eligiendo una agencia nacional más que una estatal porque suele ser más rápida.

Estábamos muy entusiasmados pero también asustados. Seríamos elegidos por una madre biológica y se nos exigiría enviarle fotos y cartas frecuentemente. Probablemente, hablaríamos con la madre biológica por teléfono y la conoceríamos durante el parto. Y siempre existía la oportunidad de que cambiara de opinión, incluso días después del nacimiento. No sabía cómo me sentiría sobre todo esto y me preguntaba si estábamos preparados para más dolor. Pero lo único que podíamos hacer era rezar e intentar dejarlo en manos de Dios.

Cuatro meses después, recibimos un llamado que decía que una madre biológica en la Florida nos había elegido. Tenía siete meses de embarazo de un niño. No podíamos creerlo. Finalmente tendríamos un bebé. Hablamos con ella un par de veces por teléfono y nunca comprendí hasta entonces la suerte que tenía al casarme con alguien tan sociable, ya que Bill realmente ayudó a que la conversación fluyera.

En la fecha de parto de la madre biológica, recibimos el llamado de que estaba en trabajo de parto. Con Bill dejamos todo y nos fuimos a la Florida a conocer a nuestro hijo. Las palabras no pueden siquiera describir cómo nos sentimos durante el viaje. Estábamos muy entusiasmados con la idea de que iríamos al hogar con nuestro hijo, pero al mismo tiempo estábamos asustados de que quizás regresaríamos solos a casa. No estábamos seguros de poder manejar tal desilusión y me preguntaba qué pensaría de nosotros. ¿Lamentaría habernos elegido? ¿Qué le diría a la mujer que iba a darnos a su hijo? Junto a estos y los demás miedos normales de convertirnos en padres, también tenia miedo de no poder establecer un vínculo con nuestro nuevo hijo o sentir que era nuestro.

Después de llegar, me encontré con la madre biológica, que todavía estaba en trabajo de parto. Era tan dulce y cálida, y nos sentamos con ella para apoyarla lo mejor posible. Unas pocas horas después, nació nuestro hijo Andrew. Fue la experiencia más irreal que he tenido.

Pasamos el día y medio siguiente con Andrew y su madre biológica en el hospital conociéndonos mejor. Fue difícil saber qué decirle, sabiendo que estaba tomando la decisión más difícil de su vida, conociendo el dolor que debe haber sufrido y sintiendo que yo causaba este dolor. Fue un torbellino emocional sostener y mirar a este hermoso bebé, preguntándome si realmente sería su madre.

Gracias a Dios, la madre biológica decidió mantener su decisión de darnos a su hijo. Más tarde esa tarde, era Nochebuena, Bill y yo salimos del hospital con Andrew. No llevó mucho tiempo antes de no tener dudas de que era nuestro hijo, el mayor regalo de Dios. Realmente es nuestro milagro de Navidad.

Andrew tiene dos años, y para Bill y para mí está claro que Dios lo eligió para nosotros. No podemos imaginar amar a un niño que concebimos más de lo que amamos a Andrew. Es sorprendente lo bien que se adapta a nuestras personalidades. Cada día, más y más, damos gracias a su madre biológica por su abnegada decisión.

Es muy difícil expresar en palabras lo especial que ha sido la experiencia de adopción. Ha sido un camino muy difícil enfrentar la infertilidad, así como muchas cosas desconocidas y actos de bondad y sacrificio: tantas emociones que llevaron al crecimiento de nuestra familia. Hubo tiempos en que nuestra fe fue sacudida y no estábamos seguros de poder cargar nuestra cruz. Pero adopter a Andrew nos ha hecho más conscientes del poder de Dios y de su amor por nosotros. Comprendemos que siempre tiene un plan perfecto para nuestras vidas.

 

 

*Jenny y Bill (los nombres han sido cambiados por cuestiones de privacidad) quieren alentarlos a que sean receptivos al don de la adopción. ¿Te está
llamando Dios a considerar la adopción de un niño o a dar a tu hijo en adopción? Para más información, póngase en contacto con su oficina
diocesana.

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